Aunque parezca mentira, apagar o no la luz de las diferentes habitaciones del hogar de acuerdo a su uso, resulta ser un dilema recurrente en un gran número de familias.

Muchos están acostumbrados a dejar las luces prendidas al salir de una habitación y saber que volverán pronto, mientras que otros optan por apagarla aunque sean solo unos segundos ya que, en su lógica, están ahorrando electricidad.

Antes que nada, se debe partir de que existen diferentes tipos de bombillas y cada una de ellas tiene sus propias características, defectos y bondades. Por ejemplo, resulta más conveniente apagar una lámpara LED si no se está en el lugar, ya que no existe un sobrecoste al encenderlas, por lo que no existe un motivo para dejarlas prendidas.

Y lo mismo - pero con otro motivo - sucede con las bombillas incandescentes: derrochan tanta energía que lo mejor es apagarlas siempre que se pueda. De hecho, esta es una de las razones por la que están siendo reemplazadas casi en su totalidad por las LED.

Con las lámparas fluorescentes compactas ocurre algo similar, pero hay un tecnicismo. Si una persona va a estar fuera de la habitación por más de cinco segundos, lo que gastarán la próxima vez que se enciendan será el equivalente a lo que hubiese consumido en ese corto periodo de tiempo, por lo que lo recomendable es apagarlas si se va a estar afuera más de cinco segundos.

No obstante, esto último choca con su ciclo de encendidos, que tiene un límite. Por eso, tampoco es conveniente apagarlas todo el tiempo, sino que se debe ser capaz de obtener un balance entre calidad lumínica, consumo energético y vida útil.

Y sí, lo mismo ocurre en líneas generales con todos los modelos de bombillas y lámparas. Entonces: apagar las luces si no se va a estar en una habitación.

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