En la actualidad, la computación ha llegado a un nivel tal en que se pueden crear microchips de apenas 5 nanómetros de diámetro con millones de transistores que ocupan apenas milímetros en la superficie de una placa que ocupa centímetros. Pareciera que la electricidad fue imprescindible, más aún en tiempos pasados, cuando la tecnología en esta rama era más precaria.

Sin embargo, existió una computadora que funcionaba, literalmente, con agua. Su inventor, el ingeniero soviético Vladimir Lukyanov, creó en 1936 una "computadora" que le permitió calcular mejor la estabilidad de las estructuras de hormigón armado para los ferrocarriles que se estaban construyendo a través de la actual Rusia.

Vladimir trabajaba como ingeniero y, desde la década de 1920, se le había encargado la seguridad y construcción de los rieles; sobre todo de las estructuras de hormigón armado.

Debido a las gélidas temperaturas, el hormigón se agrietaba con facilidad, por lo que se buscaron mejoras en la composición del material para lograr una mezcla más resistente a las inclemencias climáticas. Para hacerlo, se debía tener en cuenta un número considerable de factores, tales como la temperatura, el tipo de cemento empleado, la cantidad de cada "ingrediente", entre otros.

Las diferentes variables introducidas en los cálculos siempre arrojaban resultados diferentes y, por esto, a Vladimir le urgió mejorar el cálculo nada más y nada menos que creando un nuevo aparato.

Las computadoras antiguas funcionaba mediante un conjunto de palancas y engranajes. Moviendo cada uno de ellos se insertaban nuevas variables y, por ende, nuevos resultados. Básicamente se afectaban diversas variables que, a su vez, modificaban a otras variables para obtener un resultado final.

Sin embargo, la máquina de Vladimir no poseía engranajes, sino... agua. Él se dio cuenta de que el flujo de agua era muy similar a la distribución del calor, por lo que el agua era un buen "sustituto" para reemplazar los efectos del calor.

Extrapolando los cálculos, Vladimir inaguró en 1936 el llamado integrador de agua, una máquina del tamaño de un armario repleta de tuberías y bombas a presión capaz de resolver ecuaciones diferenciales parciales.

Así, Vladimir podía "jugar" con el flujo de agua y ver los resultados en tiempo real a través de un gráfico. Como era de esperarse, logró encontrar una mezcla de hormigón capaz de soportar temperaturas extremas y finalizó su trabajo. El éxito del integrador fue tal que incluso llegó a usarse durante la carrera espacial y sus cálculos sirvieron a los científicos e ingenieros durante décadas.

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